Diálogos con Abul Beka
Este libro está dedicado a los Hijos de la Luz, que trabajan Conscientemente por la implantación del Reino de la Paz y el Amor en la Tierra. Paz y Amor a todos los seres. |
Haced en silencio
Y así habló:
En cierto lugar había un pueblo y en él habitaban dos hombres. Y uno tenía fama de santidad porque todas las horas del día y de la noche no pasaban sin que fuera al templo, e inclinándose una y mil veces, rezaba muchas oraciones y plegarias. Cuando llegaban las grandes solemnidades él era el primero en entrar al templo, con su mejor traje, y el último en salir.
Y de todo lo que tenía daba, a lo más, un diezmo, para acallar su conciencia y presentar bella fachada.
Y había otro hombre que no tenía fama de santidad porque no pisaba el templo, ni iba a las grandes solemnidades. Y todos lo miraban con malos ojos y decían: ¿Acaso éste no cree en Dios? Y levantaban una y otra vez blasfemias contra él y su casa.
Mas os diré algo que nunca él dijo: Todos los días, cuando amanecía sobre el pueblo, ya estaba él andando por sus calles para, en su silencio, buscar necesidad. Y cuando andaba por ellas iba rezando en su corazón por todos sus hermanos del pueblo, para que tuviesen fuerzas y trascendieran los problemas que les trajera el día. Y en el silencio del anonimato hacía llegar la caridad a aquéllos que la necesitaban. Y también en el silencio ayudaba con sus palabras a aquéllos que se las pedían.
Y aún después iba a su trabajo y se decía: Echaré varias horas más y con su dinero socorreré a más hermanos. Y los días de fiesta iré a los pueblos que rodean a este pueblo para calmar la necesidad en ellos. Y en silencio así lo hacía.
Y Abul Beka dijo:
En verdad os digo que éste último no necesita ir al templo porque el templo es "él mismo".
Mas el primero, ¡cuántas veces tendrá que andar el camino de su casa hasta el templo para aliviar los remordimientos y las intranquilidades de su conciencia!
Sobre la vejez |
Uno de los días que andan agrupados en meses para buscar al Tiempo, se vistió con su mejor traje y se llenó de optimismo, e invitó a Abul Beka y a sus hermanos a pasear por el Camino de los Huertos.
Y todo el campo estaba en flor y sembrado de mariposas.
Y una mujer anciana se le acercó y le dijo:
Hijo de mis entrañas, la fuerza que sale por tu boca decora mejor nuestras almas que la Naturaleza decora sus días. Dinos algo sobre la vejez.
Y Él le respondió:
¿Qué es aquello que llamas vejez sino un vencimiento del cuerpo para dejar libre al espíritu? ¿Sino un intento de arrastrar los pasos por última vez para hacerlos alas? ¿Sino el último desperezo de la materia por intentar seguir el ascenso del alado espíritu, y después quedarse adormecida en la indiferencia y la inercia del Ciclo Planetario?
Se dijo: "Del polvo vienes y a él irás."
Mas yo os digo: Devolveréis al polvo de la Tierra el polvo que tomasteis de ella para materializar la forma, mas vosotros sois Luz y volveréis a la Luz.
Alegraos pues porque la vejez es el umbral cercano a la puerta dorada de la Vida.
¿Y quién puede hacer morir a un pino cuyas semillas llenan todo el bosque?
¿Quién puede hacer morir a una mariposa si, de nuevo, cuando venga la Primavera volverá a nacer en cada uno de los huevecillos que puso?