SED CLAROS

28.12.2014 10:41

El mes de Tishri, cuando abren sus capullos las flores y los campos se visten de verde, bajó de la montaña Abul Beka. Su cabeza resplandecía con los rayos del Sol de la mañana. Y su cuerpo era esbelto como un junco. Su vestido era una túnica y andaba descalzo. Sus ojos eran profundos y su mirada lejana, como distante.

Por tres días y sus noches anduvo como dormido por las calles de Medina Runda, y vivió en sus plazas y miró a sus gente; pero fue al cuarto día cuando abrió la boca para hablar.
Y muchos cuando le veían se decían: -ya ha vuelto el Soñador, aquél que vimos irse a la montaña, pero ¿dónde ha dejado su sonrisa y su alegría? Sus cejas se arquean como si guardaran una pena y sus ojos parecen no mirarnos-. Y un anciano les dijo:
La Madre Montaña os ha robado a un amigo de la infancia pero os ha devuelto a un Maestro. Escuchadlo.
Y Abul Beka miró a sus hermanos y vio sus corazones y en ellos veía mucha hambre de Verdad y muchas ansias de salir de la ceguera que les ponían los siglos y las tradiciones. Entonces les hablaba con estas palabras:
Pueblo de Runda: Cuando reces, hazlo con el corazón y no con la garganta. Porque las oraciones son como las semillas que fecundan los campos y despiertan a los dormidos.
Y no hagáis de la religión una superstición.
Porque verdad es que pierde el tiempo aquél que se arrodilla con el cuerpo, mas continúa frío en su corazón.
No os engañéis...
Sed claros como las noches de Primavera. Y abríos como rosas a los vientos.
Que vuestra religión sea la naturaleza de la Ciencia unida a la Fe de los Cielos. Que la Fe levante vuestros pilares y la Ciencia sirva para estructurarlos.
Entonces un joven, se levantó y dijo:
Maestro, dinos: ¿Que hace a cada religión considerarse la única depositaria de la Verdad del Cielo y luchar con las otras para imponerse?
Hermano -le dijo- verdad es que los Grandes Maestros todos vienen de un Tronco Común; son las supersticiones de los hombres y los ritos mal llevados los que han provocado tal daño, porque hay que considerarse hermanos de todos, respetando las creencias y no imponiendo las del más fuerte.
Mirad, los olivos que llenan estas tierras, conviven en paz con las encinas. Todos viven de la Naturaleza y ninguno, por estar en mayoría, transforma a sus hermanos de las otras especies.
Mirad la multitud de las plantas que habitan la humedad de los ríos y los arroyos. Todas viven apoyándose unas en otras con respeto y armonía.
El fanatismo mueve al espíritu del hombre cuando el viento se ha llevado su humildad y su Amor. Y sabed que son los fanáticos los que más daño hacen y se hacen.
Cayetano Arroyo.